La sensación de que la vida se acelera está proporcionalmente relacionada con la edad de las personas y la repetición que impera en su cotidiano vivir.
Según palabras de Douwe Draaisma, catedrático de la facultad de psicología en la Universidad de Groningen, "juzgamos el tiempo según el número de recuerdos que tenemos y su intensidad".
El cerebro tiende a almacenar experiencias nuevas, es decir, que los recuerdos repetitivos los olvida. De forma que cuanto más recuerdos iguales almacenamos, tenemos la sensación de que más deprisa transcurre el tiempo.
El secreto para alagar la vida, consiste en llenar cada día con experiencias nuevas, para esto basta con encontrar en el cotidiano vivir pequeños detalles que hagan de cada momento uno distinto. Por ejemplo, si todos los días nos dirigimos al trabajo por un mismo lugar, nos resultará fácil recordar la primera vez que hicimos esa tarea, pero se nos hará imposible recordar lo que sucedió cuatro días antes.
De ahí que es importante advertir pequeños detalles y tener un cambio de actitud. Un día se puede comprar un caramelo, al otro dar una moneda a quien la necesite, colaborar a la gente que está en la calle, jugar con los niños, mientras se espera las luces de tránsito admirar el cielo, las construcciones, los jardines, la gente, los olores y cada cosa que hace de cada instante tenga algo diferente, de esta forma nuestra vida volverá a ser como la que tenían nuestros antepasados.
Parece que mientras más tecnología tenemos, más distanciados estamos de la realidad, más cercanos a la muerte y minimizamos la importancia de nuestra vida, pretendiendo ahorrar tiempo que jamás utilizaremos.